Todos los papás quieren que sus hijos sean los mejores del salón, el más inteligente, el mejor del equipo, la más bonita, la mejor bailarina, etc…
Sin embargo, al vida no se trata de ser el mejor en comparación a otros sino de ser la mejor versión de nosotros mismos y para eso no es necesario sacarse las mejores calificaciones, tener el papel estelar en la obra o meter el gol ganador.
Para ser la mejor versión que podamos ser necesitamos primero que nada conocernos, saber quiénes somos en el fondo, qué nos motiva, qué nos alegra, entre muchas otras cosas.
Claro que si nos honestamente tratamos de responder a esas preguntas, probablemente no tengamos todas las respuestas, o quizá superficialmente si, pero se requieren más de tres minutos para llegar una conclusión tan profunda como eso. Y no es nuestra culpa, lo más probable es que nunca nadie nos enseño a pensar en eso o nos ayudó a descubrirlo.
Con toda la información y la conciencia que hoy en día vivimos, nosotros podemos ayudar a nuestros niños a conocerse mejor a sí mismos, a explotar lo mejor de ellos y para eso necesitamos observarlos y ayudarlos a través de preguntas y experiencias a descubrir qué los mueve, qué los motiva, qué quieren y sienten que pueden hacer para ayudar y mejorar el mundo.
Este tipo de cuestionamientos en los niños desata su imaginación de formas que para nosotros como adultos es más difícil siendo que tenemos ya muchos vicios y prejuicios arraigados. Pero la maravilla de ser niño es que eso no existe, para ellos todo es posible, por más pequeño que sea, siempre una ayuda o un cambio tiene un resultado.
Está en nosotros ayudarlos a ver el mundo así…
Si queremos que desarrollen características y habilidades de líder, es necesario que vivan experiencias en que las puedan aplicar, a continuación veremos algunos ejemplos de cosas que podemos hacer o no hacer:
1. Convivir con niños de edades mixtas (esto puede ser en la escuela, en las clases de las tardes, en playdates, etc).
2. Ayudar a otros (esto puede ser siendo voluntario para ayudar a niños con discapacidad o a gente mayor, cuidar niños más pequeños, ser parte de los boy-scouts, etc).
3. Dejarlos tomar riesgos – platicando con ellos antes de hacerlo sobre las posibles consecuencias y resultados de sus actos para que estén conscientes de qué puede pasar.
4. Dejarlos salir de sus problemas solos o al menos intentar hacerlo – no tenemos que estar siempre ahí para rescatarlos ya que aunque pensamos que los estamos ayudando, a la larga los estamos perjudicando ya que no han tenido oportunidad de tomar decisiones propias.
5. No imponer nuestros sueños frustrados en sus vidas – es más común de lo que creen…un papá que iba a ser futbolista pero se lastimó la rodilla ahora quiere vivir ese sueño frustrado a través de su hijo o una mamá que no tenía las habilidades de una gimnasta y quiere que su hija sea la mejor.
Y como esos ejemplos hay muchos más, no hay una receta ideal…empecemos por conocernos a nosotros mismos y ayudar a nuestros hijos a conocerse.
Hasta la próxima! |