Los niños necesitan seguir una rutina para sentirse seguros y tranquilos en su ambiente; los hábitos repetitivos ayudan a construir un equilibrio emocional, que les proporciona un mecanismo importante para su educación y construcción de su personalidad.
La repetición de los actos cotidianos forman hábitos y la repetición de los hábitos forman virtudes.
Les ayudan a desarrollar autodisciplina, responsabilidad, independencia y confianza en sí mismos.
Los hace sentirse más felices.